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La Historia Paranoica

CAPITULO 4

CAPÍTULO IV.

-Mi señor, alguien os busca- dijo Asteris a su amo y Dios, Jhonny Travolti.
- Supongo que habrás tomado las medidas oportunas y te habrás deshecho de él- respondió Jhonny.
- No pude hacerlo ya que mi aldea estaba de su parte. No encontré el momento adecuado, pero ya he mandado a un soldado de la muerte tras él. Es de fiar.
- Estupendo, y ahora no molestes, que estoy a punto de pasar de fase- dijo volviéndose hacia la pantalla de su megadrive.

Eric llevaba dos meses cabalgando y aun no había conseguido descubrir donde se encontraba la guarida de Jhonny. Había cabalgado día y noche bajo la lluvia y el Sol. Había atravesado pantanos, desiertos, montañas y glaciares. Durante todo ese tiempo no había encontrado una mísera posada ni un solo caminante. Se le había acabado el agua y las pilas del walkman. Lo único que lo animaba a seguir era su odio y sus deseos de venganza, así como el recuerdo de Zintia. En ese momento le pareció distinguir a alguien entre las ramas del frondoso bosque que atravesaba. Golpeó las riendas de su caballo y este murió en el acto, víctima del agotamiento. "Mierda" se dijo Eric "ahora, encima, tendré que andar". Echó una carrera y alcanzó al caminante.
- Disculpe, buen hombre...
El extraño llevaba una capucha y una gran mochila vacía. Al oír la voz de Eric se dio la vuelta y se quitó la capucha. Se encontró ante el rostro más bello que jamás había podido imaginar. Su pelo era negro como el jazmín, sus ojos azules como el cielo de verano, como lagos cristalinos en los que se podía ver reflejado. Su cuerpo delgado y perfectamente moldeado. Se trataba sin duda de la mujer más hermosa que jamás hubiera conocido Eric.
- Hola- le dijo la mujer.
- Hola- respondió, aturdido, Eric.
- ¿En que puedo ayudarte?- le preguntó.
- Esto,... yo,... verás,... estoy buscando a Jhonny Travolti. ¿Lo conoces?
- ¿A Jhonny Travolti?¿Ese malnacido? Sí, por desgracia lo conozco.
- ¿Donde está?
- Su castillo está a cosa de cuarenta kilómetros de aquí. ¿Para qué lo buscas?
- Para matarlo.
La desconocida no dijo nada. Lo miró con cara sorprendida y después le invitó a hospedarse en una posada propiedad de su tío. Dijo llamarse Shirley y le dio agua y comida. Llegaron al atardecer a la posada. No había nadie. Shirley explicó que su tío se iba siempre un par de semanas al mes a la playa a descansar. Shirley parecía muy contenta ante esta situación, lo que extraño a Eric, ya que su sonrisa parecía maléfica.
Cenaron juntos mientras Shirley le contaba alguna de las atrocidades que Travolti había cometido en la región. Una larga lista de violaciones, asesinatos, torturas y meteduras de dedos en los ojos. También se rumoreaba que sobornaba a jueces, árbitros y al CESID. Se decía que hacía todo esto por ser un cazarrecompensas pero la verdad es que lo hacía por crueldad. Eric, por su parte, le contó la historia de Apolo, ante lo que Shirley respondió: "eso no es nada. A mi hermano le colgó del techo por los pulgares de los pies y le fue arrancando con un cortaplumas cachitos de carne. Ahora guardamos lo que queda de él en una caja de zapatos".
Después de cenar bebieron algo de vino y se fueron a dormir. Pero Eric no conseguía conciliar el sueño. En parte por el alcohol y en parte por las cosas tan raras que le había contado Shirley. Además, no dejaba de pensar en esa mujer tan bella que acababa de conocer.
Al cabo de un rato Eric comenzó a conciliar el sueño. Justo en ese momento oyó como la puerta de su cuarto se abría. Se sobresaltó y rápidamente encendió la lamparilla de su mesa. Era Shirley. Eric se fijó en su camisón escotado y pudo adivinar las voluptuosas formas de su cuerpo a través de la tela semitransparente. No pudo evitarlo y le entraron enormes deseos de poseerla.
- No podía dormir- susurró sugestivamente Shirley- ¿Te importa que duerma contigo?
Eric se había quedado sin habla. Estaba extasiado ante la belleza que se encontraba delante suya. Por fin acertó a musitar un sí muy bajito.
- No tengas miedo- dijo Shirley, colocándose encima de Eric- Cierra los ojos y relájate.
Eric cerró los ojos y dejó que Shirley le proporcionara placer. Abrió un momento los ojos y vio que Shirley empuñaba un cuchillo de carnicero con el que se disponía a atravesar su pecho. Eric reaccionó rápidamente y consiguió evitar la puñalada. Después le propinó un puñetazo a Shirley dejándola semiinscociente. Utilizó su cinturón para atarle las manos a la cama. Una vez inmovilizada comenzó a interrogarla.
- ¡¿Quién eres?!- gritó- ¡¿Para quién trabajas?! ¡Exijo una explicación!
- Me mandó Asteris- respondió Shirley.
- ¿Qué? ¿Por qué iba a hacer algo así?.
- Cómo se puede ser tan bobo. Asteris es uno de los espías de Jhonny Travolti. Fuiste tan estúpido como para contarle a todo el mundo tus intenciones. No pensaste que igual no todo el mundo estaba de acuerdo con lo que pretendías hacer. Por eso vas a morir. Casi consigo acabar contigo ahora, pero la próxima vez no fallaré.
- ¡Cállate, zorra! ¡No habrá próxima vez!
- Eso es lo que tú te crees.
- ¿Donde está Jhonny?
- Ya te lo dije, su castillo está a cuarenta kilómetros de aquí al Norte. Pero nunca sobrevivirás si entras allí. El castillo está lleno de trampas y guardianes. Morirás. Nadie ha sido capaz de esquivar todas las trampas, vencer a todas las criaturas y encontrar el camino en el laberinto del demiurgo. Tú nunca conseguirías sobrevivir tú solo.
- En ese caso tú me acompañarás.
- ¡Jamás!¡Antes morir!
- Tranquila, de eso ya me ocuparé yo.
- Soy capaz de suicidarme con tal de evitar que pongas tus sucias manos sobre mí.
- Me gustaría verlo... pero no pienso privarme del placer de cortarte el cuello.
- Da igual, morirás de todos modos así que en el infierno me vengaré de ti. Sólo alcanzarías a Jhonny si encontraras el pasadizo de la roca...
- ¿Pasadizo?
- Huy.
- ¿Qué pasadizo?
- Creo que no debería haber dicho esto.
- ¿Qué pasadizo? ¡Habla de una vez, maldita puta!
- Jamás.
En ese momento Eric sintió un golpe en la cabeza y cayó al suelo. Debido a su ira no se había dado cuenta de que Asteris había entrado en la habitación con una llave inglesa del tamaño del Big Ben. La sangre empezó a manar de su cabeza.
- Lo ves- dijo Shirley- vas a morir.
Eric estaba atrapado. Asteris lo amenazaba con un cuchillo. No tenía escapatoria y estaba demasiado atontado como para intentar defenderse. Iba a morir como un imbécil. Nadie le podía salvar. Era el fin. Eric cerró los ojos y esperó a su inevitable final.
Oyó un golpe, un disparo y un aullido de dolor. Un cuerpo cayó al suelo y Shirley comenzó a gritar histérica. Entonces una voz familiar le dijo: "¡Eric!¡Eric!¿Estás bien?¡Eric, responde!". Eric no se lo podía creer. Abrió los ojos y comprobó que no soñaba. Sí, no había duda. Abrió la boca y exclamó:
- ¡Astarté! ¿Cómo?¿Qué?...
- Calla, tenemos que salir de aquí.- dijo ella- Asteris ha prendido fuego a toda la casa. Hay que darse el piro.
- ¡Esperad!- gritó Shirley- ¡No me podéis dejar así!
- Tiene razón- dijo Eric- Astarté, adelántate que ahora voy.
- Chachi piruli- contestó Astarté.
Eric se acercó a Shirley. Esta le miró con ojos esperanzados en un principio y aterrados después cuando vio la expresión diabólica de Eric.
- ¡Bueno! ¡Vamos a divertirnos un poco!- dijo Eric con una risa dantesca.
La violó, le arrancó los ojos con una cuchara y le hizo cosquillas en la planta de los pies. Después la dejo ahí para que se calcinara viva, asegurándose de que no pudiera escaparse, y se fue con los pies en polvorosa riendo como un loco.
Afuera le estaba esperando Astarté. Llegó hasta donde estaba ella y le preguntó sin creérselo todavía:
- ¿Pero de verdad eres tú?
- Sí.
- ¿Como demonios has llegado hasta aquí?
- Es una larga historia. Lo mejor es que durmamos un poco y mañana te lo contaré todo.
Y se fueron los dos juntos dejando tras de sí la casa en llamas.

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