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La Historia Paranoica

CAPITULO 5

CAPÍTULO V.

A la mañana siguiente, y ya de camino, Eric pidió a Astarté que le explicara cómo lo había encontrado y por qué estaba allí. Ella le respondió que lo había seguido por mandato de Zintia. Más tarde descubriría por qué Zintia quería que alguien estuviese con él. Andando por el camino el calor era agobiante. Dado que provenían de un clima extremadamente frío su ropa era de abrigo. Al final de cada jornada terminaban arrastrándose por el polvoriento camino convirtiendo sus ropas en harapos andrajosos. "¡Animo, Astarté!¡No hay dolor!", decía Eric a su compañera cada vez que la veía desfallecer.
Al final del tercer día oyeron el ruido de una pelea que provenía de unos cientos de metros por delante suya. Se asomaron y vieron a cinco soldados del tirano Jhonny Travolti. Los reconoció porque llevaban unos trajes chillones amarillos, rojos, rosas, azules, negros... Rodeaban a un gran guerrero que más bien parecía un arsenal. En sus anchas espaldas sobre la cota de malla negra llevaba un hacha de guerra y una espada a dos manos, y estaba "discutiendo" con los cinco guerreros con un mazo de guerra de mithril. Eric y Astarté se agazaparon tras un árbol y comenzaron a ver la pelea, disfrutando del espectáculo. El desconocido prosiguió su "discusión". Manejaba la espada y el mazo con ambas manos con una precisión mortal.
Al primer soldado le asestó un golpe certero en el pecho y el cuello, le hundió la tráquea, y le rompió unas cuantas costillas que se le clavaron en los pulmones provocándole profundas heridas que se podían ver a simple vista. Quedó tendido en el suelo moribundo. Entonces dio un gran salto por encima del segundo mientras clavaba la espada en su estómago. Con cada centímetro que el bárbaro subía su tronco se iba abriendo y su vida se escapaba. Cuando aterrizó detrás suya, y para asegurarse le puso la espada con la parte plana en la cara y por detrás aplastaba su cráneo con el martillo de guerra.
Al tercero lo dejó con vida, pero le mutiló una pierna. Al cuarto le tiró su hacha y le alcanzó en toda la sien abriéndole una gran brecha de la que salía un líquido azulado verdoso mezclado con un tenue rojo.
El último soldado intentó escapar, pero en ese mismo momento arrojó el mazo que le impactó rompiéndole la columna vertebral y le traspasó arrancándole las vísceras que junto con el mazo fueron a incrustarse en el árbol tras el que se parapetaban Eric y Astarté. A pesar de eso, el bárbaro continuó su ataque y antes de que el cuerpo se desplomara le cortó la cabeza con un golpe preciso con la espada. Cogió el cráneo y se lo ató a la cintura (por si tenía sed a lo largo del día). Llamó a su mazo mágico forjado por los elfos de Mithril Hall y fue en busca del único testigo vivo suponía que quedaba. Tras desnudarla la colgó de otro árbol con dos ganchos de las cejas y comenzó el interrogatorio:
- ¿Quiénes sois y qué queríais?- preguntó el bárbaro.
- Somos..., eramos los Pauder Rainyers y estábamos bajo las órdenes de Jhonny Travolti.
- ¿Qué quiere de mí ese cabrón asqueroso de Travolti?
- Quiere tu cabeza sobre tu mesa- contestó lo que quedaba de la mujer. Tenía la cara desfigurada por las piedras del suelo. Por esto y por las numerosas heridas de su cara le corría un hilillo de sangre que se perdía entre sus senos; tenía el resto del cuerpo lleno de moratones y en la entrepierna una gran mancha rojiza como si estuviera escocida. Al ser preguntada contestó que fue por la última noche, en la que había tenido que sobornar al posadero para que los dejase alojarse. El bárbaro le preguntó:
- ¿Donde puedo encontrar esa posada y al ratero de Travolti?
- La posada a medio día de camino desde aquí y a Travolti en su castillo a treinta y cinco kilómetros.
Dicho esto Orome sacó una pequeña estatuilla de una pantera. En ese momento apareció una pantera de fuego que vino de otra dimensión y destripó a la Pink Rainyer, dejando el cuerpo irreconocible, rugió y volvió a su dimensión hasta que sus servicios volvieran a ser requeridos.
Todo parecía haber concluído. Entonces observó movimiento. Eran Eric y Astarté. Eric se acercó a él en son de paz y le dijo:
- Hemos oído tu conversación con esa zorra y he podido comprobar que te diriges en nuestra misma dirección. Propongo que vayamos juntos para defendernos mutuamente de los peligros.
- Estoy de acuerdo- respondió Orome- pero no sé ni quién eres tú ni quién es la torda que te acompaña. Nadie me asegura que no seáis espías de Travolti. Así que al menor movimiento sospechoso os desollaré vivos.
- (¡Qué miedo!¡Estoy temblando!)- susurró Eric a la oreja de Astarté- (¿Quién se habrá creído que es este puto guay de mierda?¿De la ESO o qué?)
Después de lanzar su advertencia Orome cogió el cráneo de su quinta víctima, lo desolló y le quitó la parte superior del hueso. Vació su contenido pisándolo y revolviendo las tripas de los héroes.
- No nos has dicho tu nombre- comentó Eric- Nosotros somos Eric y Astarté, de Amantis.
- Yo soy Orome, de Khazad-dûm.
Sin más incidentes que dos cuellos rotos terminaron el viaje hasta la posada. Una vez allí el posadero insistió en que no podían quedarse allí, que no tenía sitio para ellos y que tendrían que marcharse. Por eso fue por lo que los tres aventureros entraron en la taberna y comenzaron a "convencer" a los alojados para que les cedieran su habitación. Comenzaron por una "conversación" con un hombre raquítico, mal proporcionado, que se llamaba Po, Yo...po. Levantaron la mesa y se la partieron en las piernas. El agredido intento ahuecar el ala pero le fue imposible escapar, ya que, a pesar de la creencia popular, ni era tan habilidoso como Ronaldo, ni tenía tanta calidad como De La Pezna; sino más bien, la velocidad, los reflejos y la habilidad de una alcachofa. Con una mitad de la mesa Orome golpeaba la cabeza y con la otra Eric castigaba las piernas y la parte baja del cuerpo. Finalmente el tal Yopo quedó tendido con todos sus huesos rotos, convertido en una masa de carne informe e inerte. Muy poca gente advirtió la diferencia. Algunos comentaron: "Por fin mantendrá el pico cerrado". La gente no llegaba a entender por que había plumas en el aire en esos momentos.
Mientras tanto, Astarté utilizaba sus encantos para acercarse a un gigante al que clavó su daga en la garganta y destrozándole el cuello. El gigante cayó al suelo provocando un gran estruendo y aplastando a tres comensales. A otros les cayeron grandes pedazos de aparato digestivo del guerrero al que la pantera de Orome destrozaba en aquel instante instante. Al tratarse en su mayoría de nobles pijos huyeron aterrados. Así que los pocos que quedaban en la posada estaban muertos. El posadero estaba aterrado.
- Ahora ya hay sitio- dijo Eric.
El posadero asintió, les dio una habitación para todos y les permitió pasar la noche con su hija. Esta tendría unos veinte años, poseía una gran silueta, todas sus formas estaban bien proporcionadas, tenía una melena clara con unos profundos ojos verdes y les prometió una noche de diversión.
Cuando llegaron a la habitación ella se quitó ropa para estar más cómoda. Se quedó con un pequeño trozo de piel ajustado en la parte superior atado por una cuerda y que dejaba entrever aquella carne rosada de esas formas tan redondeadas y perfectas. Comenzó entonces una noche loca... jugando al parchís. Cuando ella comenzó a insinuarse a Eric y a Orome, Astarté sacó fuera de la habitación a Eric porque no podía fallarle a Zintia con la que estaba prometido. Así que se quedaron viviendo una noche de pasión Orome y la hija del posadero, que dijo llamarse Be.
He aquí el relato de Orome a Eric a la mañana siguiente: "Ella se me unió en un beso lleno de pasión, sentí el calor de su cuerpo al unirme a ella. Fue entonces cuando solté los cordeles de la parte superior de su ropa dejando al descubierto aquellos senos tan bien proporcionados, redondeados y rosados. Seguí descendiendo la lengua hasta llegar a su cintura. Fue entonces cuando puse mis dientes en aquella prenda y comencé a bajarla con suavidad mientras acariciaba sus nalgas. Su piel era suave y al tacto eran duras y excitantes. Seguí bajando hasta deshacerme de la prenda y ella me obligó a quedarme detenido con la lengua en su cintura. Cuando regresé a la posición normal ella me devolvió el favor con otro beso pasional. Ella, mientras, deslizaba sus suaves manos por mi espalda. Estaba muy excitado y, ya desnudo, se unió a mí carnalmente. Al principio estaba muy tenso por el placer, pero finalmente me proporcionó un inmenso placer, puse mis manos sobre sus senos y caí en una especie de éxtasis. Ya no recuerdo nada más hasta esta mañana".
- Mientras tú te divertías con esa muchacha- le dijo Eric- nosotros hemos estado investigando y tenemos que encontrar a un brujo llamado P. Rea en una masía. El nos permitirá llegar al mamón de Travolti sin dificultad.
Tras esta movida los tres exploradores se pusieron en camino hacia la masía.

1 comentario

Raquel -

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