CAPÍTULO 14: LA MUERTE DE ULMO
CAPÍTULO XIV.
- ¡Aaaaaah!- gritaron a la vez- ¡Estamos perdidos!
Por suerte los escarabajos se encontraron con las hormigas gorronas, que volvían de una dura jornada de trabajo en la oficina, y entablaron una lucha que acabaría con la extinción de ambas especies.
Eric y Ulmo se fueron corriendo hacia un camino. Aquel camino desembocaba en el Laberinto del Demiurgo.
Simultaneamente, Eric saltó del árbol, pero se le enganchó el pie en una rama, se lo arrancó y cayó al suelo de morros, partiéndose seis dientes. Dos orcos se murieron de risa, al ahogarse con sendas moscas que se tragaron y que fueron a incrustarse en su faringe, impidiéndoles respirar. Ulmo propinó un golpe con la parte ancha de su espada proporcionándole dos cortes a otro orco.
Al tercero le golpeó con el mazo, abriéndole un gran agujero a la altura del abdomen. Ulmo metió la mano por ese agujero hasta que alcanzó la espina dorsal. El orco no se movía, estaba paralizado por el terror. Notó como algo tiraba dentro de él. Era la mano de Ulmo tirando de la espina dorsal hasta que sacó con ella el cráneo, con el encéfalo dentro, y la caja torácica, y la movió en el aire. Los ojos del orco que, milagrosamente y por poco tiempo, aun estaban en sus cuencas miraban aterrados, sabiendo que su muerte estaba cerca, directamente a los ojos de Ulmo. Este golpeó con el cráneo del orco al otro orco hasta que cayó muerto, instante en el que Ulmo le clavó el coxis de la espina dorsal de su compañero en el cuello. Eric se limitó a cortar la cabeza del último orco.
- ¡Qué torpe eres!- exclamó Ulmo- Mira que arrancarte un pie.
- ¡A que te parto la cara!- le contestó Eric.
- ¿Es una amenaza o una promesa? Porque si es lo segundo estoy tranquilo. Sé que no serías capaz- se cachondeó Ulmo.
- Anda, calla y dime como lo soluciono.
- Con el ungüento de pitt-u.f.o. te puede salir un nuevo pie. Sólo tienes que concentrarte y pensar en un pie.
- Bueno, pues allá voy.
Entonces se concentró y al cabo de un rato algo salió de su muñón. Estaba ensangrentado, era peludo, era una pezuña de caballo.
- ¡¿Pero en qué has estado pensando?!
- Maldito caballo, me ha distraído.
Tras este incidente continuaron su camino. Se encontaron con un mendigo harapiento, al cual descuertizaron y lo guardaron como alimento para días posteriores. Llegaron hasta un grupo de gente que iba en busca de Travolti. Decidieron unirse a ese grupo porque los espíritus que habitaban la espada de Ulmo necesitaban almas de entes vivientes (y Ulmo necesitaba los cuerpos). Los integrantes de aquel grupo les preguntaron a ver si habían visto al soldado de vanguardia, porque hacía tiempo que no mandaba informes. Ulmo y Eric se miraron intentando no reírse; les dijeron que no y les invitaron a comer, con la carne del soldado. Y comieron. Y repitieron. El comentario fue: "una carne excelente".
Al día siguiente se internaron en una zona con nieblilla. A los pocos pasos se encontraron con el cadáver de un explorador, seco, sin ningún líquido en su cuerpo y colgado de una cuerda pegajosa. Justo cuando se dieron cuenta de lo que era aparecieron unas arañas gigantes que ensartaron al jefe de los humanos con una de sus patas. Eric, dada su escasa movilidad, se metió entre las patas de una de las arañas, con la esperanza de que allí no le alcanzaran sus golpes mortales. Ulmo, mientras, luchaba contra las patas y las pinzas que le atacaban, a la vez que una araña blanca abría la caja torácica del soldado que había a su lado y algunas gotas de sangre le salpicaron. Eric hacía todo lo que podía para evitar que la araña le aplastara. Mientras, otra araña apareció por detrás de un soldado ocupado en evitar los golpes de las arañas que tenía delante suya, y le comió la cabeza. El cuerpo se convulsionó en el suelo hasta que la araña se lo comió de un bocado. Otra araña sorbía por la boca las tripas de otro soldado. En ese momento un principiante de mago teletransportó a los pocos supervivientes a otro lugar.
Ulmo y Eric se encontraban en una extraña cueva, en la que, a pesar de la oscuridad, todo se veía claramente. Era como si estuvieran envueltos en una burbuja de luz. Eric, más recuperado de su transformación de pie, estaba furioso porque le habían obligado a abandonar la lucha. A un soldado que le tocó el hombro, intentando animarle, le dijo: "¡Qué te den fuego!" En ese momento una inquietante luz salió del anillo, y envolvió al soldado. En el ambiente había un olor a carne chamuscada. A Eric esto le hizo mucha gracia, empezó a reírse, y fue soldado por soldado diciendoles: "¡Qué te den fuego!", hasta que ya no quedó ningún soldado. El olor a carne quemada era insoportable. Aquel olor atrajo a criaturas carroñeras pero Eric y Ulmo se comieron los cuerpos, tanto de los soldados como de los carroñeros.
Algo se movió en el interior de la cueva. Era un monstruo grande, peludo. Se arrastraba sobre una columna grasienta que se deslizaba en el suelo. Una especie de tentáculos le salián del costado. Agarró a Eric e intentó utilizarlo como arma contra Ulmo. En el primer golpe falló y arrojó a Eric fuera de la cueva haciéndole atravesar un árbol. Ulmo se enfrentó a él, utilizando el mazo, pero, aparentemente, el mazo no hacía más que ponerle de mal humor. Enganchó a Ulmo. Tenía hambre. El olor a carne fresca le había despertado el apetito. Ulmo intentó hacer que una escalactita cayera sobre el monstruo, golpeando el techo de la cueva con el mazo, pero aquel extraño ser clavó sus afilados dientes en Ulmo. Los colmillos del bicho le estaban rompiendo las costillas a Ulmo, pero éste ignoró el dolor y siguió golpeando el techo. La lluvia de piedras no hacía que el ente aflojará sus mandibulas. A pesar de su fuerza de voluntad, el dolor empezaba a resultar insoportable para Ulmo. Lanzó el mazo hacia el techo y una avalancha de piedras cayó sobre ellos. La cueva se derrumbó y ambos murieron aplastados. Eric solo encontró parte de las ropas de Ulmo bañadas en sangre, así como trocitos de Ulmo esparcidos. Cuando dejó de reír se fijó en la rama que atravesaba una de sus rodillas y se desmayó de dolor.
Tenían que pensar rapidamente cómo salir de la jaula, antes de que los escarabajos asesinos acabaran con ellos. Utilizaron el cuerpo de Rosanis como ariete. Sólo consiguieron romper un barrote, antes de que el cadáver se ablandara tanto que se empezó a derretir. El espacio resultaba insuficiente para permitir su salida. Dieron el cuerpo a los escarabajos para ganar un poco de tiempo. Mientras los insectos cubrían y devoraban el cuerpo de Rosanis ellos mordían los barrotes. Consiguieron salir justo antes de que los escarabajos fueran a por ellos. Lo que no habían pensado era que si ellos dos salían, los escarabajos también podrían salir.
- ¡Aaaaaah!- gritaron a la vez- ¡Estamos perdidos!
Por suerte los escarabajos se encontraron con las hormigas gorronas, que volvían de una dura jornada de trabajo en la oficina, y entablaron una lucha que acabaría con la extinción de ambas especies.
Eric y Ulmo se fueron corriendo hacia un camino. Aquel camino desembocaba en el Laberinto del Demiurgo.
Todo el camino estaba muy bien iluminado, gracias a unas antorchas muy curiosas que había a ambos lados del camino. Ulmo había recuperado toda su lucidez a pesar del golpe en el encéfalo, gracias a un poco de extracto de pitt-u.f.o. que encontró entre sus cosas. Percibió algo raro en esas antorchas, tenían algo extraño. Escaló por el palo de la más cercana hasta llegar cerca de las llamas donde reconoció a un cuerpo femenino. Chilló a Eric, el cual se encaramó al siguiente palo. Entoncés lanzó un grito de horror. Era una de las vírgenes de su pueblo. Pudo reconocer lo que quedaba del cuerpo de aquella impresionante morenaza con la que tan buenas tardes había pasado (tomando el té, o ¿qué creías?). Eric sintió dolor. Entre otras cosas porque se acababa de dar cuenta de que el palo estaba rodeado de alambre de espino para que no robaran los cadáveres. Poco después (cuando Eric dejó de gritar) oyeron unos pasos. Se escondieron en la copa de un árbol que había por ahí. Vieron que se trataba de unos pocos orcos, que seguramente habían salido en su busqueda al ver que ya no estaban en la jaula. Les prepararon una emboscada. Tocaban a tres para cada uno, un ratillo de diversión. Llegaron a su altura y los dos saltaron sobre sus sorprendidos perseguidores. Ulmo cayó con la espada sobre la cabeza del primero. Se pudo ver el resplandor del metal en la boca del orco y sus dos compañeros le acribillaron a flechazos intentando alcanzar a Ulmo. Las puntas de las flechas sobresalían del cuerpo del orco.
Simultaneamente, Eric saltó del árbol, pero se le enganchó el pie en una rama, se lo arrancó y cayó al suelo de morros, partiéndose seis dientes. Dos orcos se murieron de risa, al ahogarse con sendas moscas que se tragaron y que fueron a incrustarse en su faringe, impidiéndoles respirar. Ulmo propinó un golpe con la parte ancha de su espada proporcionándole dos cortes a otro orco.
Al tercero le golpeó con el mazo, abriéndole un gran agujero a la altura del abdomen. Ulmo metió la mano por ese agujero hasta que alcanzó la espina dorsal. El orco no se movía, estaba paralizado por el terror. Notó como algo tiraba dentro de él. Era la mano de Ulmo tirando de la espina dorsal hasta que sacó con ella el cráneo, con el encéfalo dentro, y la caja torácica, y la movió en el aire. Los ojos del orco que, milagrosamente y por poco tiempo, aun estaban en sus cuencas miraban aterrados, sabiendo que su muerte estaba cerca, directamente a los ojos de Ulmo. Este golpeó con el cráneo del orco al otro orco hasta que cayó muerto, instante en el que Ulmo le clavó el coxis de la espina dorsal de su compañero en el cuello. Eric se limitó a cortar la cabeza del último orco.
- ¡Qué torpe eres!- exclamó Ulmo- Mira que arrancarte un pie.
- ¡A que te parto la cara!- le contestó Eric.
- ¿Es una amenaza o una promesa? Porque si es lo segundo estoy tranquilo. Sé que no serías capaz- se cachondeó Ulmo.
- Anda, calla y dime como lo soluciono.
- Con el ungüento de pitt-u.f.o. te puede salir un nuevo pie. Sólo tienes que concentrarte y pensar en un pie.
- Bueno, pues allá voy.
Entonces se concentró y al cabo de un rato algo salió de su muñón. Estaba ensangrentado, era peludo, era una pezuña de caballo.
- ¡¿Pero en qué has estado pensando?!
- Maldito caballo, me ha distraído.
Tras este incidente continuaron su camino. Se encontaron con un mendigo harapiento, al cual descuertizaron y lo guardaron como alimento para días posteriores. Llegaron hasta un grupo de gente que iba en busca de Travolti. Decidieron unirse a ese grupo porque los espíritus que habitaban la espada de Ulmo necesitaban almas de entes vivientes (y Ulmo necesitaba los cuerpos). Los integrantes de aquel grupo les preguntaron a ver si habían visto al soldado de vanguardia, porque hacía tiempo que no mandaba informes. Ulmo y Eric se miraron intentando no reírse; les dijeron que no y les invitaron a comer, con la carne del soldado. Y comieron. Y repitieron. El comentario fue: "una carne excelente".
Al día siguiente se internaron en una zona con nieblilla. A los pocos pasos se encontraron con el cadáver de un explorador, seco, sin ningún líquido en su cuerpo y colgado de una cuerda pegajosa. Justo cuando se dieron cuenta de lo que era aparecieron unas arañas gigantes que ensartaron al jefe de los humanos con una de sus patas. Eric, dada su escasa movilidad, se metió entre las patas de una de las arañas, con la esperanza de que allí no le alcanzaran sus golpes mortales. Ulmo, mientras, luchaba contra las patas y las pinzas que le atacaban, a la vez que una araña blanca abría la caja torácica del soldado que había a su lado y algunas gotas de sangre le salpicaron. Eric hacía todo lo que podía para evitar que la araña le aplastara. Mientras, otra araña apareció por detrás de un soldado ocupado en evitar los golpes de las arañas que tenía delante suya, y le comió la cabeza. El cuerpo se convulsionó en el suelo hasta que la araña se lo comió de un bocado. Otra araña sorbía por la boca las tripas de otro soldado. En ese momento un principiante de mago teletransportó a los pocos supervivientes a otro lugar.
Ulmo y Eric se encontraban en una extraña cueva, en la que, a pesar de la oscuridad, todo se veía claramente. Era como si estuvieran envueltos en una burbuja de luz. Eric, más recuperado de su transformación de pie, estaba furioso porque le habían obligado a abandonar la lucha. A un soldado que le tocó el hombro, intentando animarle, le dijo: "¡Qué te den fuego!" En ese momento una inquietante luz salió del anillo, y envolvió al soldado. En el ambiente había un olor a carne chamuscada. A Eric esto le hizo mucha gracia, empezó a reírse, y fue soldado por soldado diciendoles: "¡Qué te den fuego!", hasta que ya no quedó ningún soldado. El olor a carne quemada era insoportable. Aquel olor atrajo a criaturas carroñeras pero Eric y Ulmo se comieron los cuerpos, tanto de los soldados como de los carroñeros.
Algo se movió en el interior de la cueva. Era un monstruo grande, peludo. Se arrastraba sobre una columna grasienta que se deslizaba en el suelo. Una especie de tentáculos le salián del costado. Agarró a Eric e intentó utilizarlo como arma contra Ulmo. En el primer golpe falló y arrojó a Eric fuera de la cueva haciéndole atravesar un árbol. Ulmo se enfrentó a él, utilizando el mazo, pero, aparentemente, el mazo no hacía más que ponerle de mal humor. Enganchó a Ulmo. Tenía hambre. El olor a carne fresca le había despertado el apetito. Ulmo intentó hacer que una escalactita cayera sobre el monstruo, golpeando el techo de la cueva con el mazo, pero aquel extraño ser clavó sus afilados dientes en Ulmo. Los colmillos del bicho le estaban rompiendo las costillas a Ulmo, pero éste ignoró el dolor y siguió golpeando el techo. La lluvia de piedras no hacía que el ente aflojará sus mandibulas. A pesar de su fuerza de voluntad, el dolor empezaba a resultar insoportable para Ulmo. Lanzó el mazo hacia el techo y una avalancha de piedras cayó sobre ellos. La cueva se derrumbó y ambos murieron aplastados. Eric solo encontró parte de las ropas de Ulmo bañadas en sangre, así como trocitos de Ulmo esparcidos. Cuando dejó de reír se fijó en la rama que atravesaba una de sus rodillas y se desmayó de dolor.
4 comentarios
Supra Cuban -
rev79 -
ulmo para variar -
ulmo -